Los organismos internacionales y las naciones que los sustentan muchas veces desconocen la realidad de los países a los cuales pretenden ayudar. Por tal motivo cometen errores que pueden afectar a los más débiles y al logro de un auténtico desarrollo de los mismos.
Recientemente el ex presidente de los Estados Unidos Bill Clinton admitió, en una entrevista en Miami realizada por Jorge Ramos, que había cometido un error con Haití. Declaró estar arrepentido de la presión hecha por él y otras naciones en 1994 al recién restituido presidente haitiano Jean Bertrand Aristide, para que permitiera la importación de arroz con tarifas muy bajas. Esto acabó con una buena parte del sector agrícola en Haití, muchas familias perdieron sus tierras y generó hambruna. Haití pasó de ser un exportador de arroz a ser un importador.
Esta historia es narrada por Noan Chomsky, en su obra publicada en 1999, “Profit Over People” o “Ganancias con la Gente”. Según el autor, Aristide, para poder volver al poder en Haití, debió aceptar un programa económico que había beneficiado hasta entonces a los haitianos ricos y a los inversionistas estadounidenses.
De que se trataba este plan económico?
“En 1981 se acuerda un plan de desarrollo conjunto de parte del USAID y del BANCO MUNDIAL que tenia sus puntos de fuerza en la creación de fabricas de ensamblaje y en la exportación de productos agrícolas (de empresas americanas), gracias a los limites de la superficie destinada a la producción de comida para el consumo local”.
“El Banco Mundial apoyo a las empresas dándose las acostumbradas directivas para la expansión del sector privado y para la reducción al mínimo de los objetivos sociales”, incrementando la desigualdad y la pobreza, bajando los Standard sanitarios y educativos. “Los resultados han sido gruesas ganancias para los industriales americanos y para los haitianos ricos y una disminución del 56% del rédito de la mayoría de los habitantes en los años ochenta”.
Esta versión de los hechos la hizo el escritor Noam Chomsky unos años antes de que lo admitiera el ex Presidente de Los Estados Unidos, Bill Clinton.
Las intenciones serán buenas, pero crear empleos no es lo único importante a la hora de hablar de un verdadero desarrollo. Países que por circunstancias determinadas viven en la extrema pobreza o con grandes diferencias sociales, no pueden sufrir medidas que afecten elementos que sirven para su propio desarrollo.
El autoabastecimiento (sobre todo en los países muy pobres), desarrollo de su agricultura (hasta donde sea posible), industria, educación, energía eléctrica, deben ser sagrados a la hora de intervenir en negociaciones y acuerdos de este tipo. Ningún gobierno debería tener derecho de hacer pactos que sean contrarios a los intereses de la grande colectividad de una nación.
El Banco Mundial se autodefine “como una cooperativa en la cual sus 186 países miembros son accionistas de la misma, y su objetivo principal es combatir la pobreza con “pasión” y que sus logros sean de efectos duraderos”.
Por ejemplo, el Banco Mundial garantiza las inversiones que se hacen en estos países pobres. Es lógico. La garantía es importante para crear la confianza en el inversionista de invertir en un país con múltiples riesgos, pero a la hora de analizar las ventajas y desventajas habría que tomar como principio el que los negocios no vayan nunca en detrimento de estos países pobres. En estas situaciones los gobiernos de turno se prestan o se pueden sentir presionados a aceptar convenios abusivos para los países que gobiernan.
En el pasado enero Haití sufrió los efectos de un terremoto que causó muchas pérdidas materiales y humanas, y recordó al mundo la miseria en que vive el país más pobre de America Latina. El hecho de que se demostrase que en los últimos años no ha habido un verdadero desarrollo humano y económico hace surgir la curiosidad de cual es el trabajo que han realizado todas los Organismos Internacionales, las ONGs, y los países que han intentado ayudar a esta pobre nación. Claro, no es una tarea fácil ni corta, pero es posible.
Antes de ayudar a una nación se debe conocer a fondo la historia, la constitución política, la idiosincrasia de sus habitantes, sus recursos, sus necesidades, las potencialidades y desventajas de su situación geográfica, social y económica, pero sobre todo usando el lenguaje jurídico descender al lugar de los hechos, observar de cerca las verdaderas necesidades y carencias. Una nación debe tener instituciones sólidas. Como el ser humano, no puede desarrollarse si no sabe que debe contar primero con sus propias fuerzas. Debe lograr un desarrollo integral. Humano y económico. Y es en eso en que deben trabajar de verdad estas Organizaciones
Algunos opinan que a estos organismos internacionales no les interesa disminuir la pobreza en esos países, sino solamente beneficiar a las grandes multinacionales de los países que los sustentan, y que, por el contrario, mantener la deuda, la pobreza y los salarios bajos es lo más conveniente. Si es así, tarde o temprano los hechos hablaran por si solos aunque esto no vaya a significar un cambio. Y podría dar entender que alguien se beneficia del caos y de las débiles instituciones de éste Estado Fallido. Al final los intereses de los más fuertes primaran a menos que se tome conciencia de que ayudar de verdad a los países pobres a la larga puede significar más seguridad de inversión y riquezas para todos.
Las fabricas de ensamblaje, las inversiones extranjeras, las ayudas económicas siempre serán bienvenidas en países pobres como Haití o en vías de desarrollo, siempre y cuando el costo de éstas no signifique la pobreza misma.
El mundo esta cambiando, ojala Haití logre ir saliendo de la situación de miseria en que se encuentra y que se reconstruyan en él no sola casas y nuevos edificios sino fuertes columnas institucionales, firmes y fuertes, que permitan un verdadero desarrollo sostenible en el tiempo.
sp/am
http://www.almomento.net/news/135/ARTICLE/60460/2010-05-22.html
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