Oscar Medina
Ya lo del PRD está pasando de castaño a oscuro. Nunca pierden. Siempre les roban las elecciones. Ahora vuelven con lo mismo. Que hubo un “fraude colosal”, que les robaron las elecciones y que van a defender la “voluntad popular”. Ya no sólo lloran por el “uso y abuso” de los fondos públicos, sino que establecen alegatos inverosímiles para justificar sus impugnaciones a nivel nacional.
Y está bien que en la política vernácula se encuentra establecido “el legítimo derecho al pataleo”, pero se llega un poco lejos cuando se pretende cuestionar la idoneidad de los jueces electorales, así como la diafanidad de un proceso ejemplarmente montado y administrado. Ahora bien, pasar de ahí a la desobediencia civil, y a intentar provocar desórdenes y hasta muertos, como indican informaciones de inteligencia que maneja la autoridad, eso es llegar a la locura.
Y parece que van por ese camino. Sus denuncias de fraude no surten el efecto esperado, pues nadie las cree, ni ellos mismos. La Junta Central Electoral, gracias al trabajo y a sus constantes muestras de equilibrio, determinación y prudencia, se ha ganado el respeto, la confianza y la admiración de la población, lo que se refleja en el poco o ningún impacto que han tenido las denuncias del “fraude colosal” en los diferentes segmentos de la sociedad, incluyendo medios de comunicación y estamentos de la comparsa social-civilezca ---casi siempre hermanada con el perredeismo--- que tuvieron sus ojos en el proceso, y que hoy validan el trabajo de la autoridad electoral. Igual hacen los organismos multilaterales y los gobiernos extranjeros que concurrieron como observadores a las elecciones.
De ahí que, aparentemente marcado por la lucha interna que desde ya se desata en el PRD, se están gestando movimientos sediciosos con el fin de, no sólo justificar la derrota, sino también generar un estado de ingobernabilidad que obligue al gobierno y al PLD a negociar, y con ello a variar la voluntad popular expresada en las urnas el pasado domingo.
Y como decía, eso constituye una locura, que no sólo le haría mucho daño al país, pues ante todo las autoridades están en la obligación de mantener el orden y la paz, sino que también afectaría negativamente al PRD, y con ello a la democracia. Pues tal vez ahora más que nunca, no conviene una oposición dispersa, dividida y sin credibilidad para canalizar el disgusto de la población y el desgaste del Gobierno. Una buena oposición, inteligente, prudente y firme, también hace buenos, o al menos mejores gobiernos. Eso lo entendieron antes Peña Gómez y otros líderes históricos del PRD ¿Lo entenderá también el actual liderazgo del partido blanco?
http://www3.listindiario.net/puntos-de-vista/2010/5/23/143206/Una-locura
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