Hoy se conmemora el 86 aniversario de la desocupación y fin de la primera intervención militar de Estados Unidos en República Dominicana, un episodio singular inexplicablemente condenado al olvido, como si fuera posible borrar de la memoria histórica ocho años de infamia.
En 1916, el presidente Woodrow Wilson ordenó el desembarco de tropas en la Patria de Duarte con el pretexto de que aquí reinaba una situación de anarquía política y social y de que la nación carecía de capacidad financiera para cumplir con el pago de su deuda externa.
El ejército invasor destituyó los ministros, impuso censura de prensa, desarmó la población, creó una nueva milicia represiva y prohibió que nativos ocuparan puestos claves en la administración pública.
Se admite que durante esos casi dos lustros el régimen imperial construyó importantes obras de infraestructuras como carreteras, puentes, escuelas y hospitales, pero esas edificaciones fueron levantadas con dineros de las aduanas y de empréstitos concedidos por Estados Unidos con intereses onerosos.
Se recuerda que el ex presidente Francisco Henríquez y Carvajal emprendió en 1919 una campaña internacional de denuncia contra la represión impuesta por el gobernador y las tropas estadounidenses, en la que se resaltaba la falta de libertades públicas, los abusos de los tribunales militares y las torturas que se infligían a los opositores al régimen invasor.
A pesar de que casi el 90 por ciento de una población de poco más de 800 mil habitantes era analfabeta y extremadamente pobre, nunca faltó dignidad ni valor entre el pueblo y su reducida élite política e intelectual para desafiar a los usurpadores de la soberanía nacional.
Entre quienes se manifestaron o lucharon contra la intervención militar estadounidense se destacan Emiliano Tejera, Fabio Fiallo, Enrique Apolinar Henríquez, Max Henríquez Ureña, Américo Lugo, Pelegrín Castillo y Juan Isidro Jimenes, además de los cientos de campesinos despojados de sus tierras que se alzaron contra la ocupación militar en la zona este y los patriotas que recibieron a tiros al invasor en La Barranquita.
La desocupación militar pudo lograrse por vía de un acuerdo conocido como Plan Hughes-Peynado que prolongó la tutoría directa de Estados Unidos en asuntos nacionales hasta 1945, cuando el Gobierno dominicano pagó hasta el último centavo de una abultada deuda bilateral.
Al conmemorarse hoy el 86 aniversario de esa efeméride, se redobla el compromiso de evitar que tan relevante episodio quede envuelto en manto del olvido e impedir que se repita el agravio de una tercera invasión militar. Porque el 28 de abril de 1965 se produjo la segunda.
En 1916, el presidente Woodrow Wilson ordenó el desembarco de tropas en la Patria de Duarte con el pretexto de que aquí reinaba una situación de anarquía política y social y de que la nación carecía de capacidad financiera para cumplir con el pago de su deuda externa.
El ejército invasor destituyó los ministros, impuso censura de prensa, desarmó la población, creó una nueva milicia represiva y prohibió que nativos ocuparan puestos claves en la administración pública.
Se admite que durante esos casi dos lustros el régimen imperial construyó importantes obras de infraestructuras como carreteras, puentes, escuelas y hospitales, pero esas edificaciones fueron levantadas con dineros de las aduanas y de empréstitos concedidos por Estados Unidos con intereses onerosos.
Se recuerda que el ex presidente Francisco Henríquez y Carvajal emprendió en 1919 una campaña internacional de denuncia contra la represión impuesta por el gobernador y las tropas estadounidenses, en la que se resaltaba la falta de libertades públicas, los abusos de los tribunales militares y las torturas que se infligían a los opositores al régimen invasor.
A pesar de que casi el 90 por ciento de una población de poco más de 800 mil habitantes era analfabeta y extremadamente pobre, nunca faltó dignidad ni valor entre el pueblo y su reducida élite política e intelectual para desafiar a los usurpadores de la soberanía nacional.
Entre quienes se manifestaron o lucharon contra la intervención militar estadounidense se destacan Emiliano Tejera, Fabio Fiallo, Enrique Apolinar Henríquez, Max Henríquez Ureña, Américo Lugo, Pelegrín Castillo y Juan Isidro Jimenes, además de los cientos de campesinos despojados de sus tierras que se alzaron contra la ocupación militar en la zona este y los patriotas que recibieron a tiros al invasor en La Barranquita.
La desocupación militar pudo lograrse por vía de un acuerdo conocido como Plan Hughes-Peynado que prolongó la tutoría directa de Estados Unidos en asuntos nacionales hasta 1945, cuando el Gobierno dominicano pagó hasta el último centavo de una abultada deuda bilateral.
Al conmemorarse hoy el 86 aniversario de esa efeméride, se redobla el compromiso de evitar que tan relevante episodio quede envuelto en manto del olvido e impedir que se repita el agravio de una tercera invasión militar. Porque el 28 de abril de 1965 se produjo la segunda.
http://www.elnacional.com.do/editorial/2010/7/12/54176/Contra-el-olvido
No hay comentarios:
Publicar un comentario