Vinicio A. Castillo Semán
Hace 6 años fue arrestado y extraditado a los Estados Unidos el ex capitán Quirino Paulino Castillo, quien confesó haber exportado más de 33 toneladas de cocaína a esa gran nación, siendo considerado entonces el mayor narcotraficante a nivel regional de los últimos años.
La extradición de Quirino provocó la natural y legítima esperanza de los dominicanos, de que iba a existir un interés fundamental de los Estados Unidos de investigar en profundidad, las poderosas conexiones políticas, militares, policiales y empresariales que permitieron a Paulino Castillo, por años, ser la figura hegemónica del narco en República Dominicana. Todo el mundo entendió, con lógica irrefutable, que Quirino no pudo ser jamás lo que fue, sin el cobijo ni el apoyo que recibió a diferentes niveles en estructuras claves del Estado dominicano.
La esperanza de los ciudadanos de este país se acrecentó, cuando se supo que Quirino Paulino Castillo se había declarado culpable y había llegado a un acuerdo con los fiscales federales de la ciudad de Nueva York. Todo el mundo entendió que, en cuestión de semanas o meses a partir de ese hecho, estarían llegando a la Procuraduría General de la República las famosas extradiciones de los “pejes gordos” de la política, las Fuerzas Armadas, la Policía y el empresariado, que se asociaron y protegieron sus actividades delictivas para exportar cocaína a los Estados Unidos y luego poder lavar cientos de millones de dólares procedentes de ese sucio negocio.
El paso de los años y la orden local que se impartiera al ex Fiscal del Distrito José Manuel Hernández Peguero para que no profundizara en las conexiones de protección política y militar de Quirino cuando éste empezó a actuar en ese sentido, desvaneció la esperanza del pueblo de que se conocieran los famosos “pejes gordos” que hoy andan por las calles como si nada hubiera pasado. Esas circunstancias sentaron un pésimo precedente que tuvo como natural contrapartida un lógico estímulo a que este tipo de “protecciones” se pudieran repetir en el futuro a favor de otras estructuras mafiosas como las de Paya, Cartel de Puerto Rico, Figueroa, etc.
Estoy plenamente seguro que si Estados Unidos, con las informaciones que disponen sus fiscales de Nueva York, hubieran dispuesto las extradiciones de los protectores de Quirino, se hubiese dado un ejemplo, para que los políticos, los militares, los policías y empresarios dominicanos que se puedan ver tentados a involucrarse en este oscuro negocio, lo pensaran dos veces antes de hacerlo.
No ocurrió nada de eso, ni allá ni aquí.
Ahora tenemos el arresto de José David Figueroa Agosto, jefe fundamental del denominado Cartel de Puerto Rico, responsable de introducir en territorio de la Isla del Encanto y de la costa Este de los Estados Unidos toneladas de cocaína que, según la acusación de Toño Leña en Puerto Rico, era bombardeada desde Colombia en la región Este del país, en un período de alrededor de 10 años, en el que anduvo por aquí, pavoneándose como un príncipe, haciendo una vida social ostentosa, con la que probaba no tener ninguna preocupación por la posibilidad de ser arrestado, hasta Septiembre del año 2009.
El pueblo dominicano vuelve a esperanzarse hoy con este caso, entendiendo que Figueroa Agosto, en manos de las autoridades norteamericanas, puede arrojar luz de quiénes son los “pejes gordos” que durante tanto tiempo (2000 al 2009) en Puerto Rico y aquí, le permitieron manejarse sin ningún tipo de problemas y con la más absoluta cobertura de silencio protectivo, a pesar de ser un individuo condenado a 209 años de cárcel, fugado de una cárcel de “alta seguridad” de Puerto Rico y aún cuando las autoridades de EU sabían que estaba aquí desde el año 2001 y, no obstante a ello, extrañamente, no sólo no se hizo nada por capturarlo, sino que tampoco se dio a la luz pública que en nuestras calles se encontraba un fugitivo puertorriqueño de nombre José David Figueroa Agosto, cuya sola foto publicada en los diarios nacionales en ese entonces, hubiera bastado para localizarle con extrema facilidad.
Ante la falta de investigación local sobre los padrinos de Figueroa Agosto, la investigación federal norteamericana puede destapar, si hay voluntad política de la administración de Obama, un río de pus, de complicidades en Puerto Rico y en la República Dominicana, incluyendo en aquellos organismos norteamericanos que tenían bajo su responsabilidad la localización y persecución de Figueroa Agosto.
La sociedad dominicana espera expectante que en este caso de Figueroa Agosto no pase como el de Quirino Paulino Castillo en el que, hasta el momento, la montaña ha parido un ratón.
La gente espera que caiga el que tenga que caer, no importa su nombradía política, militar, policial o empresarial.
Que los pidan en extradición y enjuicien a quien tengan que enjuiciar con pruebas, sin “radio bemba”, chismes y maledicencias que suelen traer consigo este tipo de episodios tan espectaculares y sonados.
Como bien ha dicho y garantizado el Presidente de la República, Dr.
Leonel Fernández, esperamos que no habrá en este caso “vacas sagradas” que puedan ser protegidas de su involucramiento y apoyo a las actividades criminales con el Cartel de Puerto Rico, Figueroa Agosto, Toño Leña (cuya extradición está pendiente para los próximos días), Angelo Millones, etc. Esa es la esperanza de los dominicanos de bien. El poderoso y largo brazo de la justicia norteamericana, si ésta es dejada actuar libremente, sin interferencia de “intereses y favores” geopolíticos de los Estados Unidos en la región del Caribe, tendrá la última palabra para determinar si en este caso va a pasar lo mismo que con el de Quirino, hasta ahora.
http://www2.listindiario.com/puntos-de-vista/2010/7/25/152065/Que-no-pase-como-Quirino
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