Han pasado más de dos años desde el inicio de las consultas para una reforma constitucional al momento de hoy, en el umbral de su conocimiento y aprobación en la Asamblea Revisora que inicia sus sesiones el martes.
El proyecto no es del todo perfecto, pero sí es amplio y traza normas y principios que actuarán como guías del país para abordar algunas materias del futuro.
Su dimensión, como carta de valores de una nación, es indiscutible.
No deberíamos malograr la oportunidad de asumir esas novedades y algunos cambios y precisiones necesarias en su texto actual por un elemento de controversias como es el punto que se refiere a la reelección de un Presidente.
Forzar tranques por motivaciones simplemente políticas, o propiciar la muerte por inanición del proceso mismo de debates y aprobación de los contenidos, equivaldría a echar por la borda el consenso popular logrado en asambleas por todo el país y a desperdiciar el caudal de ideas e iniciativas que instituciones y personalidades, tanto dominicanas como extranjeras, han aportado para esos fines.
Esta es una oportunidad que no siempre se presenta favorable y en tiempo calmo.
Si ya ha sido convocada la Asamblea Revisora, el desafío del Congreso es abrirse plena y democráticamente al debate de sus contenidos, no a la intencionalidad de abortar el proceso, como se dice que se gesta ahora para nunca asegurar los votos que constitucionalmente se requieren para las aprobaciones.
Es cuanto, por ahora.
http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=95269
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