2 Marzo 2009, 11:47 AM
Escrito por: ALVARO ARVELO HIJO

Alex Rodríguez pasó a ser uno de los peloteros más envidiados de las Grandes Ligas cuando el equipo de los Rancheros de Texas le dio el contrato más elevado de la historia: 243 millones de dólares.

La envidia de los mediocres tomó más cuerpo cuando Alex Rodríguez también recibió los contratos por publicidad, para televisión y periódicos, más altos en el comercio de los Estados Unidos.

La envidia maligna y perversa prosiguió su agitado curso (con permiso de Rodriguito) cuando Alex Rodríguez comenzó a romper records, a establecer marcas, a crear alrededor suyo toda una leyenda de rendimiento de Liga Mayor, etcétera.

Y así lo vimos ser el jardinero corto con más jonrones en una temporada y convertirse en un bateador de poser capaz de disparar más de 50 cuadrangulares, un bateador de promedio ganador de títulos y superando los 350, un empujador de carreras sin límites, un dobletero de más de 50, un formidable robador de bases, etcétera.

A esa etcétera hay que agregar su defensa de primera categoría, tanto en el jardín corto como en la tercera base, su brazo de cañón, su inteligencia para jugar el béisbol, su dedicación a la pelota…

La envidia, que se multiplica silvestre en el alma retorcida de los resentidos sociales, siguió alimentándose con la personalidad de Alex Rodríguez, dotado de excepcionales condiciones física, belleza masculina, de poder magnético sobre las mujeres, etcétera.

Cuando pasó de Texas a los legendarios Yankees de Nueva York, la fama, la fortuna, el aplauso, los focos, el reconocimiento, la popularidad, el prestigio y al protagonismo de Alex Rodríguez se elevaron a la décima potencia.

Se convirtió en una figura tan popular y seguida en la ciudad de Nueva York y como miembro de los Mulos del Bronx, como aquellas figuras legendarias de ese equipo, de Babe Ruth a Mickey Mentle, de Whitey Ford a Yogi Berra, de Joe Dimagio a Thurman Mundson…

El dinero ganado por su salario fabuloso, sus entradas por anuncios, sus pagos por entrevistas, sus remuneraciones por autógrafos, y todo lo demás de este rey Midas de las Grandes Ligas llevaron a algunos a calcular que Alex Rodríguez percibía anualmente unos 50 millones de dólares limpios.

Y cuando Alex Rodríguez se casó con una famosa sicóloga clínica con un ph.D, blanca, rubia de ojos azules, la envidia explotó con más intensidad que el famoso “Big Band”, más violento que el meteoro que mató a los dinosaurios y más sofocante que las películas del genial Alfred Hitchcock.

Y a continuación, el golpe demoledor para los envidiosos: Alex Rodríguez se convirtió en el mari-novio de la mujer más deseada del mundo: la súper diva, la súper hembra y la súper artista del escenario Madonna.

Los envidiosos lo estaban acechando hasta cuando iba al baño, en caso de denunciarlo por tirarse un peo muy apestoso o cuando no dejaba en un restaurante suficiente (?) propina.

Y ahora, dan el salto de la hiena envidiosa, el rugido del mediocre, la baba del resentido y la frustración del que, como bien lo describió José Ingeniero, es derrotado por el talento ajeno.

Ahora que Alex Rodríguez siente el llamado de la tierra, el clamor de sus padres y abuelos y el cariño hacia la Patria y se decide a jugar en el próximo Clásico representando a su país de origen, los canallas, preñados de envidia, quieren usar contra él el pobre argumento de que en 2003, hace 6 años y cuando no había ninguna prohibición en ese sentido, dizque usó esteroides. Y desde ya le condenan y piden asteriscos para sus numeritos. ¡Farsantes!

El pueblo dominicano deber apoyar a Alex Rodríguez.