El temperamento es importante. Es difícil creer en personas que se tienen como indecisas y temerosas. Se oye decir fulano es un sin carácter, un rasgo de la personalidad en el que influyen los conocimientos y la mentalidad. Hay grandes hombres que, aparte de su personalidad, han trascendido positivamente porque poseyeron otras virtudes.
La honestidad, la lealtad, la gratitud, la responsabilidad y la inteligencia son virtudes que deben acompañar al liderazgo que trasciende la medianía y lo coyuntural. Mahatma Gandhi nunca fue derrotado por el odio; fue honesto, puro y pacífico, sin embargo fue un hombre de acción.
Winston Churchill, el más grande inglés de todos los tiempos, a la hora de su muerte, el 24 de enero de 1965, se pusieron de luto en todos los rincones de la tierra. Y a pesar de ser tartamudo fue un gran orador a pura fuerza de voluntad; valiente ante la adversidad y amó a su patria. Las virtudes de este gran inglés contrastan con las despectivas insinuaciones de inestable, huero, superficial, ofensivo, administrador mediocre, y una retahíla de sandeces.
Al norteamericano ilustre Abraham Lincoln lo tildaron de haber tenido una personalidad melancólica o depresiva. Sin embargo, este hombre de origen humilde, de convicciones cristianas, tuvo que vencer circunstancias adversas en su lucha por la libertad de los esclavos. Líder de la guerra civil norteamericana, Lincoln padeció depresión la mayor parte de su vida, de acuerdo con la biografía de Joshua Wolf Shenk en su libro "La Melancolía de Lincoln: Cómo la depresión desafió a un presidente y le impulsó hacia la grandeza", y se convirtió en uno de los líderes políticos más carismáticos. Es recordado por honesto, capaz y fortaleza de espíritu.
George Washington, huérfano a corta edad, demostró aptitudes para la carrera militar y se destacó en Virginia, donde nació, en las primeras experiencias al mando de caballerías. Es pionero en la exploración de las llanuras del Oeste, una zona hostil. Poseedor de un carácter activo e inquieto con su indoblegable carácter y experiencia, adquirida en la guerra de Independencia, Washington arma la estructura burocrática administrativa exitosa con que cuenta Estados Unidos.
En Latinoamérica son muchos los personajes que, a pesar de haber tenido personalidades disímiles, otros dones y circunstancias han contribuido para tener un lugar de primacía en la historia universal. José Martí, Máximo Gómez, Gregorio U. Gilbert, César Augusto Sandino, José de San Martín, los curas Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos; en Europa Napoleón Bonaparte y en Nuestra América el gran Simón Bolívar.
En esta época que crecí y me formé escuché decenas de epítetos contra el profesor Juan Bosch, un ejemplo de honestidad, de entrega, sacrificio personal y vida dedicada al engrandecimiento de la patria. Sin embargo, oigo muy a menudo las mismas voces que, dentro del PRD, trataron de manchar la buena imagen del maestro, ahora exaltan al líder ad vitam del PLD.
Aquellos que le vilipendiaron, hoy quieren tomar su figura y su trayectoria para colocarla, como ejemplo de honestidad. Bosch, con un carácter emocional-racional, hombre de gran valor, actuó en la política dominicana con transparencia. Por su carácter fuerte le quisieron descalificar, pero después de su muerte los elogios hoy son tan abundantes que su peso entierra los adjetivos críticos que le pudieran haber lanzado en el pasado.
De Rafael Núñez
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