Por décadas, José L. Corripio (Pepín) ha consagrado su vida al desarrollo de este país en el que no nació, pero que quiere más que muchos dominicanos.
Su nombre, o mejor su apodo, es sinónimo de lucha, de trabajo, de coraje y de entrega al bien común.
Sus empresas, que inciden en diversos campos de la actividad productiva, han sido modelos de eficiencia y han aportado considerable cantidad de recursos para mover la economía y para apuntalar el desarrollo nacional.
Hijo de un comerciante español que también asumió esta como su patria, aprendió los valores de la solidaridad y del trabajo y con esas herramientas no solo construyó un formidable conjunto de empresas, sino una familia ejemplar, en la que por igual se han afianzado estas cualidades.
Por esa y otras motivaciones, el Gobierno, a nombre de toda la nación, ha otorgado a Pepín Corripio la más alta condecoración, la Orden de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de oficial, una merecida distinción que le llega en enhorabuena, pues coincidió con la fecha de su cumpleaños.
El LISTÍN DIARIO se suma a este homenaje pues reconoce en Pepín Corripio los valiosos servicios que ha prestado a nuestro país, admira su tenacidad empresarial, su positiva visión para columbrar éxitos y avances cuando otros quedan abatidos por el pesimismo y la pesadumbre, y alaba sus contribuciones a la libertad de prensa a través de la filosofía que ha impregnado a sus medios de comunicación.
Reconoce, además, su discreto ejercicio de filantropía, su auténtico vínculo de identidad y solidaridad con sus compatriotas que viven aquí y con aquellos que alguna vez han necesitado su mano amiga en las circunstancias más diversas, actitudes que conforman en él una personalidad apreciada y distinguida por todos.
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