5 Marzo 2009, 11:17 AM
Escrito por: LEANDRO GUZMÁN

La reciente puesta en retiro de una treintena de generales de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional tiene varias lecturas, la más importante de las cuales es, a nuestro juicio, que no se trata de “una purga”, como han dicho algunas voces.

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su tercera acepción, purga es la “expulsión o eliminación de funcionarios, empleados, miembros de una organización, etc., que se decreta por motivos políticos, y que puede ir seguida de sanciones más graves”.

Los retiros no se hicieron ni por motivos políticos, ni para establecer luego “sanciones más graves”, pues el decreto consigna que dichos ex generales disfrutarán de sus respectivas pensiones, algo que se merecen por su antigüedad en el servicio. Todos esos ex oficiales tenían más de 20 y 30 años en las filas militares, tiempo más que suficiente para dar paso a otras generaciones.

Hay sectores que han especulado que esos generales podrían estar vinculados a hechos delictivos, cuando realmente no es así. La parte viciada quedó establecida y continúan las investigaciones para detectar a quienes no merecen llevar el uniforme.

La República Dominicana es probablemente el único país que cuenta con casi 300 generales, esto debido a la tradición de ascender a oficiales superiores, llevándolos a los más altos rangos, sin que sus funciones correspondan a sus elevados cargos.

Esto explica la existencia de variados generales a la cabeza de organismos de tercera categoría, lo que a veces resulta hasta ridículo.

Es aleccionador que los jefes militares hayan comprometido su palabra de que depurarán de elementos perniciosos a sus respectivos cuerpos, tarea difícil que amerita mucha serenidad y buen juicio, para no cometer injusticias.

Ni las Fuerzas Armadas, ni la Policía Nacional, pueden darse el lujo de erosionarse, por culpa de algunos miembros que han caído en las tentación de pactar con la delincuencia.

Si se cumplen las promesas de saneamiento, los ciudadanos irán recuperando la confianza en los militares y policías, porque hoy día muchos no nos atrevemos siquiera a salir por las noches, en vista de que uno no sabe si en algún momento un delincuente uniformado o camuflajeado, nos asalte y nos quite la vida, como ha ocurrido en varias ocasiones.

La recogida de armas ilegales debe continuar sin tregua. La frontera con Haití debe ser reforzada, con un personal confiable, pues que por allí se introduce la mayoría de armas ilegales, generalmente adquiridas por delincuentes.

Es necesario también endurecer la lucha contra el crimen, pues una sociedad no puede estar acogotada por una minoría que se burla constantemente de los Derechos Humanos y de la democracia.

Hay un arco iris de métodos que contribuyen a que la juventud sana no caiga en el vicio.

A los generales y otros altos oficiales que se mantienen aún en las filas militares y policiales, les deseamos que mantengan en alto el honor de sus instituciones, que son finalmente garantes de la paz pública y la soberanía. La Historia se lo reconocerá.

andor314@yahoo.com