Por Miguel Reyes Sánchez
5 de Mar 2009 12:00 AM
En la reciente reunión del Primer Ministro Británico, Gordon Brown con el Presidente de los Estados Unidos Barack Obama, se planteó la posibilidad de establecer un nuevo “New Deal” mundial para enfrentar la crisis económica global.
El “New Deal” fue un programa de rescate económico mediante el cual Franklin D. Roosevelt sacó a EE.UU. de la gran depresión de los años 30.
Esta política económica estaba sustentada en el intervencionismo estatal y en la firme creencia en las teorías del sub-consumo.
Los dos objetivos principales del “New Deal” fueron la reactivación de la economía por vía del consumo y la inversión, ya que como no había suficiente dinero en manos de los consumidores, se incrementaba el esfuerzo fiscal del Estado.
Por lo tanto, se aumentó el gasto para reactivar la producción.
Y a su vez, se establecieron estrictas regulaciones de los mercados financieros y controles bancarios más estrictos para evitar que se pudiera provocar otro crack bursátil en el futuro.
Ante lo parecido de ambas crisis, aunque esta con mayores dimensiones y extensión global, el presidente Obama preparó el programa de rescate económico más grande de la historia de ese país, que le costará al Estado norteamericano 789 mil millones de dólares y transformará el sistema financiero norteamericano.
El paquete consiste en recortes de impuestos a empresas y a personas, inversión pública en vías, puentes, reparación de escuelas y otras obras de infraestructura y en salud –una especie de la “política de varilla y cemento” de Joaquín Balaguer, quien con este mecanismo ponía a trabajar a muchas personas y se incentivaba la microempresa–, estímulos a quienes produzcan fuentes de energía alternativa a los hidrocarburos y ayuda para los estados miembros de la unión que tienen dificultades para cubrir sus propios presupuestos.
Pero la propuesta de Brown va un poco más lejos, ya que plantea un “New Deal” mundial para la próxima reunión del G20 –que agrupa los 7 países más industrializados del mundo más Rusia (G-8) y las principales economías emergentes–, que reforme el sistema financiero internacional y sus regulaciones, para evitar una debacle de proporciones globales, mitigar la crisis económica y estimular el crecimiento con la cooperación de las principales economías del mundo.
A su vez, propone dotar de mayores recursos económicos al FMI y al Banco Mundial para ayudar a los países en desarrollo.
El mundo tiene sus esperanzas cifradas en ese “New Deal” global, que transforme las distorsiones del sistema financiero internacional y retorne la tranquilidad económica al mundo.
Miguel Reyes Sánchez es abogado
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