Una de las dificultades que tiene el desempleo es que provoca un estancamiento en el proceso de reducción de la pobreza y mejoría de la calidad de vida de la gente.
Sin embargo, el desempleo también ha contribuido en parte con ese proceso de surgimiento de nuevas micro y pequeñas empresas, debido a que muchas personas, cuando pierden su trabajo, deciden emprender proyectos propios. Muchos fracasan, pero los pocos que prosperan llegan a colocarse en buena posición.
Las estadísticas oficiales indican que en República Dominicana el 51% de los empleos son generados en el mercado informal del trabajo.
Sin embargo, esa informalidad no es necesariamente de “ventorrillos” o “buhoneros” o cualquier otro “negocito” del barrio. La mayoría son pequeñas empresas que por su origen inicial todavía están en la informalidad, pero no porque sean tan pequeñas.
Hay talleres de costura, herrería, artesanía, electrónica, servicios diversos y otros que generan hasta 15 empleos directos en forma individual, pero que no están en la formalidad.
Algunos se han ido adaptando presionados por el número de comprobante fiscal puesto en funcionamiento por la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), pero otros están rezagados con el pretexto de que se torna muy tedioso constituir una compañía con todas las de la ley en el país, no sólo por el elevado costo y la burocracia del proceso, sino por el hecho de que era necesario establecer un consejo directivo con al menos siete socios.
La mayoría de negocios pequeños son de único dueño: un hombre o una mujer que se lanzó con un proyecto pequeño, a veces sólo con la idea y un capital costoso suministrado por un prestamista al “módico 20%”, pero que con el tiempo fue progresando y alcanzó buenos niveles de rentabilidad y crecimiento.
Para esa persona resulta muy cuesta arriba incluir a seis amigos o miembros de su familia como socios de un proyecto al cual no han aportado nada, o peor aún, tal vez no quisieron aportar nada. También se da el caso de que el dueño del negocio, por ser de una familia pobre, no puede decirle a todos sus miembros lo mucho que ha crecido, pues de repente todos querrán dinero de ahí y eso afectaría su rentabilidad.
Pero ahora, con la aprobación de la nueva la Ley 479-08 sobre sociedades y constitución de compañías, surge una oportunidad para que los dueños de pequeños negocios puedan formalizar sus empresas en condición de único dueño y sin necesidad de crear un amplio consejo de accionistas que no existe.
Esta legislación, sobre la que algunos grupos empresariales como la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) están organizando seminarios de orientación, constituye una ventaja no sólo para la competitividad del país, que verá formalizarse a empresas con vocación exportable, sino también para beneficio del pequeño empresario que tendrá su compañía formalizada.
Además el Gobierno tendrá un nuevo contribuyente pagando sus impuestos de manera religiosa.
Se trata de una iniciativa que surgió del consenso entre el Gobierno y el sector privado para mejorar la competitividad del país.
http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=93813
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