Por Celso Marranzini
9 de Mar 2009 12:00 AM
Nuestro prócer Francisco del Rosario Sánchez, nació un día como hoy en el 1817, a finales de la época de la España Boba. Se sabe que fue discípulo del padre Gaspar Hernández y de joven su profesión fue la de escribiente del Estado Civil.
Siempre he tenido la impresión de que es el más olvidado de los tres Padres de la Patria. Sin embargo, a pesar de que no participó en la fundación de la Trinitaria, se ganó la confianza de Duarte y llegó a ser el segundo jefe del movimiento independentista y cuando éste se ve obligado a partir al exilio, es Sánchez quien asume el liderazgo, luego de que para evadir la persecución del gobierno haitiano, hace correr el rumor de que había muerto.
Es Sánchez quien redacta el Manifiesto de Independencia de enero del 1844.
Su ascendencia sobre el grupo de libertadores fue tal que se le designa para presidir la Junta de Gobierno que se formaría una vez se proclamara el grito de Independencia. Es Sánchez quien henchido de valor patriótico, al grito de Dios, Patria y Libertad iza por primera vez la bandera nacional la madrugada del 28 de febrero de ese año.
Ya sabemos que poco tiempo después de la Independencia, Tomás de Bobadilla sustituye a Sánchez en la presidencia de la Junta Gubernativa. El resto de la historia es bien conocido, los conservadores encabezados por Pedro Santana se adueñan del poder. Los trinitarios son declarados enemigos de la patria y enviados al exilio.
Sánchez, luego de sobrevivir a un naufragio, regresa al país gracias a la amnistía del presidente Manuel Jiménez. Mantiene una vida política intensa hasta el momento en que lucha contra las medidas anexionistas de Pedro Santana, quien lo condena a morir fusilado el 4 de julio del 1861.
En Sánchez se reconocen valores como la honestidad, la valentía y temeridad. Demostró con sus actuaciones que antepuso siempre los intereses de la patria a sus intereses personales.
De Sánchez y los demás trinitarios recibimos un legado de honor y patriotismo, sin embargo, la patria que forjaron no es un producto acabado, sino que sigue en construcción. Los ideales de nuestros próceres no han sido llevados a la realidad, de nosotros y de nuestras actuaciones depende el tipo de patria que queremos y merecemos.
Fijemos la vista en su legado y en su ejemplo, los retos y problemas de hoy son diferentes a los que Sánchez enfrentó, pero deben ser abordados con la misma valentía y patriotismo.
Celso Marranzini es empresario
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