Esta semana pasada nos trajo dos discursos presidenciales de gran relevancia. El primero fue el pronunciado por el presidente Barack Obama de EEUU frente a las cámaras del Congreso de ese país. El segundo ha sido el discurso del presidente Fernández en la sesión conjunta de nuestras cámaras legislativas el pasado día 27.
La importancia de las palabras de Obama la encontramos en el rol preponderante de EEUU en las relaciones hemisféricas y globales, y por la enorme población dominicana que reside en ese país. Por supuesto, la importancia de las palabras de Fernández están sembradas en su investidura y la incidencia de ella en la vida de todos nosotros.
Ambos discursos, a pesar de estar dirigidos a sociedades muy diferentes, se caracterizaron por similitudes de forma, intención y el mensaje explicito. Veamos: ambos estadistas poseen y dominan un verbo sencillo, de fácil comprensión, pero revestidos de una enorme profundidad. Ambos hablan con lenguaje llano, pero con gran peso.
El caso de EEUU es el de un gran país, necesitado de un enorme ajuste y extraordinario esfuerzo para sacudirse de una gran depresión económica, revestida de los mayores déficit fiscales jamás registrados en economía alguna. Nuestro país está siendo embestido por las presiones de un mundo en caos económico, que amenaza nuestro crecimiento y hasta la estabilidad que disfrutamos.
Por ello, ambos estadistas presentaron discursos llenos de lo que se denomina la Teoría del Optimismo Racional, aquel que es capaz de infundir el entusiasmo necesario para cambiar actitudes, basados en expectativas reales. En el caso de Obama, éste ha basado sus argumentos en unos paquetes de rescate económico apoyado en déficits por millardos (billones norteamericanos) de dólares.
Fernández, por el contrario, encabeza un pequeño país, mas vulnerable a cualquier déficit fiscal, tanto en los índices de precios o inflación, como en el tipo de cambio, confianza del consumidor y presiones de organismos internacionales, los mismos cuya incapacidad de influir a tiempo en la gran banca internacional, se ha evidenciado con quiebras increíbles. Si esa banca hubiese aplicado los mismos tipos de remedios de que fuimos capaces, mayores niveles de capitalización y reservas, de seguro que se hubiesen evitado esas nefastas consecuencias.
De ahí que otra vez, al igual que cuando la debacle de partes importantes de nuestra banca nacional, Fernández advierte sobre la necesidad de ajustes en el actual modelo para apoyar y promover con mayor eficacia a los sectores productivos del país. Y para apoyar esos ajustes, nos recuerda que somos una nación en plena capacidad de “seguir luchando, de manera firme y serena, encarando el futuro con optimismo, con fe y valentía”.
Esta necesidad de un crecimiento en lo que muchos economistas llaman la economía real, contrasta con la denominada economía de servicios, como el turismo, remesas y las telecomunicaciones, pilares de nuestro crecimiento en la presente década.
Este sentimiento de optimismo racional se explaya a lo largo del discurso del presidente Fernández, cuantas veces afirma que nos aguarda un gran futuro o cuando usa su consabido frase de contienda electoral: ¡‘Es pa’ lante que vamos’! Pero a diferencia del simple enunciado, su comparecencia estuvo revestida de cifras elocuentes correspondientes a la rendición de cuentas, así como de planes futuros de expansión de infraestructuras y políticas productivas del país.
Uno de los elementos mas importantes del discurso presidencial dominicano es el reconocimiento de que posiblemente la catástrofe de la crisis internacional puede convertirse en una gran oportunidad para el desarrollo del país. Y como hemos dicho, a diferencia de otros, respalda esta aseveración con datos concretos, como es el caso del anuncio del acuerdo arribado para la próxima instalación de la minera Barrick Gold Co.
Gracias a los esfuerzos combinados de la Secretaíias de Industria y Comercio y la de Hacienda, el país habrá de recibir la inversión individual más grande en toda su historia, más asombroso aun, en medio de este caos económico mundial. ¡De una contrato que contemplaba una inversión de US$336 millones, hemos pasado a unos US$3,000 millones!
Adicionalmente hay que considerar los aspectos económicos para el desarrollo nacional que representará esta inversión, tanto en actividad comercial, creación de empleos, aportes fiscales y generación de divisas. Acciones como el logro de que instale en el país esta minera, los elevados o el Metro, son los resultados emblemáticos sobre los cuales la historia futura habrá de evaluar la gestión del presidente Fernández.
Cuando nuestro Presidente nos dice que el 2008 no pasará a la historia como uno más, y que será un año de referencia como determinante en la historia de la humanidad, me recuerda a uno de mis hijos, joven aspirante a economista, quien me señala que la actual crisis es para su generación, lo que fue la II Guerra Mundial para su abuelo, o la revuelta de abril del 65 para la mía.
La falta de presentación de opciones de acción, líneas pragmáticas de gobierno, proyectos tangibles y posiciones racionales por parte de la oposición política, le están haciendo mucho daño al país. Ya no basta presentar la mera critica a un discurso presidencial o emitir una opinión interesada. La nación requiere debates con fundamentos, ideologías confrontadas, análisis a profundidad y demás ejercicios de una democracia constructiva para poder avanzar en la denominada construcción de una mejor sociedad.
http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=93433
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