Por Ruddy L. González viernes 20 de marzo de 2009, 09:45:32 AM (AST)
La secuencia de huelgas, protestas, desórdenes callejeros que se registran en diversas zonas de la geografía dominicana son parte de una planificación de corte político que apuntan a jornadas nacionales de mayor envergadura y muy lejos de lograr las reivindicaciones sociales que dicen reclamar. Se trata de arrinconar al gobierno.
El PRD trata de doblar el brazo al presidente Leonel Fernández queriendo desviar la atención nacional hacia las recurrentes y cotidianas demanda sociales en un esfuerzo por tratar de tapar los serios problemas internos que acusa esa organización por las apetencias de un liderazgo frágil e incapaz de sostenerse ante la más mínima embestida de sus propios compañeros de partido.
El PRD ha preferido el camino de la distracción, tratando de presentar al gobierno como inepto e insensible -mirándose en el espejo de la desastrosa gestión pepeachista- porque no puede lograr revertir, por la fuerza de la democracia, las derrotas recibidas en las últimas jornadas nacionales en que se ha medido cara a cara con Leonel: las elecciones del 2008, la exitosa cumbre social, la convocatoria de la Asamblea Revisora para las reformas a la Constitución.
Para remate, el avance de los esfuerzos de unificación de la tercera fuerza política de la nación, el PRSC, apunta a un acercamiento cada vez más firme de los reformistas hacia el gobierno y, más bien, al entorno del presidente Fernández. Estos esfuerzos del reformismo encuentra al PRD atrapado en otra de sus fieras luchas intestinas, con la agravante de que en esta ocasión no hay un liderazgo lo suficientemente fuerte que pudiera imponer las reglas del juego si el control del mismo se va de las manos, como está ocurriendo.
Cada uno, Alburquerque, Miguelito, Hipólito, tienen sus agendas muy propias y ninguna en procura de la unidad sino de sus proyectos individuales. Los viejos ortodoxos como Fello, Esquea, Milagros, Ivelisse, Hernández Alberto, Sánchez Baret, Tirso, etc. están como los jarrones chinos, que son muy bonitos pero no se les encuentra sitio ni pintan nada nuevo, mientras otros, algunos enganchados de última hora, aspiran a posiciones de dirección con discursos bonitos y postines públicos pero con fardos tan pesados que los identifica como el referente de lo que no puede ni debe ser.
El camino tomado por algunos segmentos del PRD, que no guardan las apariencias ni esconden el refajo de tratar de anarquizar a la nación con desórdenes callejeros, es una aventura que podría tener consecuencias terribles para nuestra democracia y la tranquilidad nacional, pero fatal para algunas aspiraciones como las de esos que ven cómo cada día, como un afectado de cáncer terminal, se va menguando el ‘poder’ que creen tener. |
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