Por Pelegrín Castillo Semán
26 de Mar 2009 12:00 AM
1- Dicen que la política es el arte de lo posible: pero solo es legítima si acepta lo posible después de haber intentado alcanzar lo que parece imposible.
2- Lo que distingue a un verdadero líder de un “pseudocrata” es la capacidad de pensar, actuar y sentir en función de los intereses colectivos….hasta el sacrificio, muerte incluida.
3- Víctor Hugo entendía que el remedio frente a la corrupción era la educación…. ¿bastará la educación para acabar con el egoísmo, que es la raíz más profunda de la corrupción?…. lo dudo. Sólo el respeto a la propia familia, o un fuerte amor a la patria, o un sano temor a Dios, o la identificación con un ideal superior de humanidad, producirá la actitud altruista, generosa que es consustancial al comportamiento honesto.
4- No es legítimo defender los derechos humanos de los inmigrantes -causa, justa y respetable- desconociendo o atropellando el derecho de las naciones –en especial, si son pequeñas y vulnerables–, al propio desarrollo, a la identidad nacional, a la soberanía y autodeterminación..…..ni mucho menos faltando groseramente a la verdad.
5- ¿Qué pensaría Duarte del encendido debate sobre la permanencia o el retiro de los restos de Santana del Panteón de la Patria, mientras presencia cómo los haitianos ocupan progresivamente, con apoyo del “bando parricida y traidor”, el territorio nacional.
6- Qué chocante resulta –y qué triste– que muchos y muchas de los y las que denuncian y combaten la tragedia de la violencia intrafamiliar y los feminicidos no tengan inquietud alguna cuando abogan por la legalización del aborto, el ataque genocida a los inocentes.
7- Viendo la gran resistencia –que con la mayor eficiencia– oponen algunos al establecimiento de impuesto a los juegos de azar, por ejemplo, pienso que en la Constitución debería cambiarse la facultad de establecer impuestos por la “de convocar a los dispuestos a tributar”.
8- Debemos preservar la vida como un derecho fundamental, absoluto, sin excepciones; pero si ha de establecerse alguna excepción no puede ser para suprimir la vida del no nacido, sino para “ejecutar” a los traficantes de drogas, a los grandes criminales irredimibles, a los violadores de menores, a los corruptos de cuello blanco… Sin embargo, cuando recordamos que la vida es don de Dios, nos topamos con una pregunta brumadora ¿quiénes somos nosotros? -legisladores, constituyentes-, para decidir quién debe vivir y quién debe morir? ¿Dónde marcaremos los límites.
Entonces, si reflexionamos, rechazaremos esa tentación.
Pelegrín Castillo Semán es diputado FNP
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