26 Octubre 2009, 10:53 AM
CRÓNICA DEL PRESENTE
La visita de Carter amplió más, en términos reales, el horizonte futuro en que navega, si cabe el término, la política de Canadá, Francia y los Estados Unidos, en relación con la isla de Santo Domingo y particularmente con la República Dominicana. El distinguido y todavía admirado ex presidente, auspiciador de una política de no agresión, cuando asumió la jefatura de la nación más poderosa del mundo, en declaraciones que hizo públicas durante su breve permanencia en territorio nacional, aseguró con firmeza que la República Dominicana no tenía forma ni medios para evitar la migración haitiana, por lo que entendía que debía establecerse una política de mayor cooperación entre el Estado dominicano y el pueblo haitiano, porque ambos estaban “atados”. Inmediatamente después, pasó a hacer referencias de la situación existente entre Estados Unidos y México, país este último de permanente y continua migración hacia territorio estadounidense.
Ahora bien, la preocupación del señor Carter, como representante de los Estados Unidos y de los gobiernos de Canadá y Francia, y sus objetivos de una política de salud binacional, en vez de ser bilateral, por las razones que hemos explicado en nuestra columna anterior, tiene la repuesta adecuada de un extranjero, ciudadano francés, que no está empujado por sentimientos “racistas, anti haitianos, pseudo nacionalistas”, acusaciones con las que quieren descalificar las “cotorras parlantes” y los dirigentes de las ONG’s subsidiadas desde el exterior, a quienes hemos asumido responsable y públicamente la defensa de la soberanía, la dignidad y los intereses de nuestro pueblo. Aymeric Chauprade, politólogo, calificado de pensamiento progresista, en reciente visita a nuestro país ha dicho:
“La República Dominicana no podrá articular una estrategia de desarrollo orientada a liberar de la pobreza a millones de sus habitantes, de continuar tolerando una migración haitiana descontrolada y que, en adición, le genera campañas de descrédito en el exterior, concretamente en los países de la Unión Europea”. Y agregó “toda política que tienda a sacar a la clase más pobre hacia una clase media se va a ver afectada por esta migración…”. Y más adelante afirmó el distinguido politólogo francés “que la solución a la problemática haitiana no está en manos de la República Dominicana, ni siquiera en poder de los norteamericanos o franceses”. Agregando lo que el autor de esta columna ha reiterado en diferentes ocasiones:
“El problema de Haití es que tiene un problema de identidad y una sociedad no puede encontrar su estabilidad política ni su desarrollo económico, si no resuelve su problema de identidad; hay algo malo en Haití, y es que ellos no han encontrado esta identidad. Es diferente a la República Dominicana, los dominicanos saben quienes son, tienen la identidad nacional bien conocida y es por eso que República Dominicana puede trabajar con un término geopolítico bien definido. Por mala suerte no es la comunidad internacional la que tiene que buscar esa solución a este problema de identidad, ni es República Dominicana la que tiene que encontrar la solución para Haití, los mismos haitianos es que tienen que encontrar esa solución”. Termina la cita. Continuaremos…
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2009/10/26/30057/CRONICA-DEL-PRESENTE
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